HAY HISTORIAS DE AMOR (poema y relato erótico)

ALVARO J. MARQUEZ

“¿Recuerdos locos entre tú y yo? Hay unos/ y también muchos recuerdos bellos./ Tú me amaste por algunos,/ yo te amé por todos ellos”.

 

 

Hay historias de amor que empezaron
que unos hermosos capítulos tuvieron
y hubo amores que un día se juraron…
para siempre y por siempre no fueron.

 

Hay historias con fechas muy especiales,
esos días destinados a nunca olvidarse…
y hubo amores que jurándose inmortales
en más de una ocasión quisieron suicidarse.

 

Hay historias que de belleza iban vestidas
y amores con fealdad por equivocar la ropa
y hubo encuentros de destinos, de vidas…
que jamás merecieron un brindis, una copa.

 

Hay historias con muchas comas y puntos,
repletas de injustas e innecesarias pausas…
Momentos que nunca se vivieron juntos
y no hubo alguien que explicara las causas.

 

Hay historias que no debieron ser escritas,
pues sus consecuencias no fueron nada leves;
ausencias que de tanto darse fueron infinitas
y presencias… inexplicablemente breves.

 

Hay unas historias de amor que se leen y se leen
porque es muy complicado entender lo ya leído,
con verdades de esas que al escucharlas se creen
porque parecen hablar de amor y hablan de olvido.

 

Hay historias de amor que desafiaron al destino
con detalles recordados que ya ninguno nombra
y amores que bajo el sol construyeron un camino
y ahora mueren tristes indefensos en la sombra.

 

Hay historias de amor que ya a nadie pertenecen,
aunque alguna vez sí tuvieron legítimos dueños
y amores que muchísimo a la realidad se parecen
pero luego se vuelven intangibles como sueños.

 

Hay historias de amor que de amor fueron un día,
para no ser llamadas así por costumbre o por azar
y amores que nunca llegaron a más por cobardía
con buenas razones de lucha sin atreverse a luchar.

 

Hay historias de amor que hoy huérfanas están
porque tuvieron y ya no tienen protagonistas…
Mañana tus pensamientos dudando de mí estarán
y yo quizá con el tiempo, dudando de que existas.

 

Poema original de Álvaro Márquez
Nacido en Caracas, Venezuela
Todos los derechos reservados
Correo: [email protected]
Twitter: @poreros
Publicado el 12/4/2015
Imagen: De Google

  • Autor: EROS (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de abril de 2015 a las 11:11
  • Comentario del autor sobre el poema: Hoy comparto con ustedes este poema y a partir de hoy, publicaré aparte, en el comentario de autor, mis relatos eróticos, algunos de ellos publicados en medios escritos de mi país, incluso hay un libro ("Sexo a 62 manos") con algunos de ellos. Como van a notar, están escritos desde ambas perspectivas, la masculina y la femenina, quien escribe relatos debe hacerlo. Espero que sean de su agrado.
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 100
  • Usuarios favoritos de este poema: lindaestrella, Hugo Emilio Ocanto
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Comentarios3

  • ALVARO J. MARQUEZ

    DULCE APRENDIZAJE

    Por Álvaro Márquez

    Jorge estaba por llegar, yo no tenía motivos para esperarlo con tantas ansias porque nuestra relación amorosa había llegado a su fin. En realidad aquello que era tan especial y que parecíamos disfrutarlo tanto cuando estábamos juntos, se nos volvió de pronto un verdadero desastre. Las dos veces que nos vimos para hacer el amor fueron inolvidables, pero no por lo buenas precisamente, por el contrario, fueron minutos tortuosos para ambos. Aún hoy no estoy segura de lo que pasó, tal vez fue nuestra inexperiencia porque en esas lides sexuales, tanto él como yo éramos novatos. Como sea, lo cierto es que Jorge se fue de viaje y a pocos días de su llegada, el corazón y todo mi cuerpo me decían que podía explotar de la emoción…

    Se acercaba el momento, yo había decidido no volver a verlo aunque por dentro me estuviera muriendo por al menos, poder mirarlo de lejos. Sin embargo, su mamá que había logrado encariñarse conmigo en aquellos días, me llamó para pedirme que la acompañara al aeropuerto, segura de que él se alegraría al verme. A regañadientes acepté porque no podía engañarme a mí misma… yo quería verlo. Llegado el día, amanecí pensando en qué ropa me pondría, deseaba que me encontrara bella, radiante, pero no era el mero vestuario externo lo único que me importaba destacar, era mi ropa íntima, tanto arriba como abajo. En nuestros mejores días, no hubo una mañana en la que Jorge no me preguntara cómo estaba vestida por dentro; en su afán de disfrutar de mi cuerpo en todo momento siempre me decía que en su mente, yo no tenía permiso para estar vestida. Confieso que eso me gustaba mucho…

    Ya en el aeropuerto y con mis nervios acelerados, nos enteramos de que el vuelo sufrió un retraso considerable y terminó llegando mucho más tarde de la hora esperada. Eran casi las once de la noche. Al fin estábamos frente a frente. Él se veía guapísimo y hasta un poco más delgado, su corte de cabello era el que siempre se hacía para mí. Yo me puse una blusa negra que le encantaba porque tenía un escote demasiado atrevido y le dejaba saber que me había puesto el sostén que más le gustaba verme, pero la verdad es que no vi en su mirada o en su expresión, nada que me indicara una reacción positiva de su parte. De regreso a su casa hablaba casi con exclusividad con su madre y esquivaba mi mirada. No entendía lo que le pasaba y si lo entendía, no me gustaba… Una vez en su casa ya era muy tarde para irme para la mía, yo me sentía desanimada porque todo el esfuerzo y el gesto mismo de haber ido a recibirlo, pareció no haber tenido ningún éxito. Debo confesar que hasta estúpida me llegué a sentir.

    Cansado por el viaje, Jorge se quitó la camisa, se sirvió un trago y se sentó en el sofá de la sala. “Marlene” –escuché la voz de su mamá llamándome. Había preparado una habitación para mí. Me tomé todo mi tiempo para irme para darle chance a él de que me dijera algo que me detuviera y lograra cambiar la situación, pero él no parecía inmutarse. Su madre me hizo un gesto que podía traducirse en una sola palabra: resignación… Al estar sola en el cuarto me tiré en la cama con cierto desconsuelo, pero un sentimiento muy parecido a la frustración se apoderó de mí y me hizo levantarme de repente. Empecé a quitarme la ropa con rabia, todo lo lancé al piso hasta quedar por completo desnuda. Di media vuelta para apagar la luz y acostarme y de pronto me paralizó la impresión… él estaba allí, parado en la entrada del cuarto, sin camisa como lo dejé en la sala. No sonreía, pero su expresión tampoco era la de un hombre enojado. Su mirada recorría mi cuerpo desnudo de abajo arriba, como asegurándose de que yo, Marlene, era la misma mujer que él había tenido en sus brazos antes de viajar. Por un momento sentía que la situación se había estancado y le dije “bueno, tú decides; entras o te vas, pero no te puedes quedar ahí”. Me pidió que me acercara y lo hice. Confieso que estaba casi paralizada de los nervios, de la emoción. Era demasiada incertidumbre. “Agárrate los senos y muéstramelos, ofrécemelos, dime que son míos, que nunca dejaron de serlo”. Su petición me extrañó un poco pero obedecí en el acto. Se los acerqué lo más que pude a su boca. Me tomó por la cintura con firmeza y se inclinó a besármelos. Lo hacía con una entrega tal que me estaba excitando a una velocidad bárbara. Empezó a morder suavemente mis pezones, algo que Jorge sabía que me fascinaba. Sus manos fueron bajando hasta mis nalgas y apoyándose en ellas, empujó mi cuerpo hacia él. Me besó, pero por Dios… el hombre que estaba besándome no era ni la sombra del que se fue. Sin dejar de besarnos nos acercamos a la cama y nos dejamos caer en ella. Ahora lo tenía sobre mí, devorándome con sus besos, con sus manos; sentía su aliento y su respiración acelerada me dejaba saber que estaba tan emocionado como yo. Afuera las luces estaban aún encendidas… En medio del furor de los besos me dijo que así como estaba me había imaginado cada día mientras estuvimos alejados, vio mi ropa íntima tirada en el piso y se sonrió. Sabía que era la que le gustaba, la que incluso me compró él. Yo estaba confundida, no entendía al hombre serio del aeropuerto que casi no me habló mientras regresábamos y ahora éste, un amante fabuloso, dándome placer como nunca… ¿era el mismo de aquellas primeras veces tortuosas?

    Se tomó unos segundos para apagar las luces de la casa y asegurarse de que su mamá dormía. Cuando regresó cerró la puerta y se subió de nuevo a la cama. Comenzó a besar mis piernas y acariciarlas, se inclinó y desde ese momento me dio el sexo oral más excitante que me hayan dado nunca. Dios… su lengua hacía maravillas en lo que él mismo siempre llamó “su territorio”, en pocos segundos me llevó a “volar” hasta alturas no imaginadas. Estábamos fajados los dos, porque se había acostado sin sacar su lengua de mi cosita y ahora yo también tenía su miembro en mi boca. Sin ser matemáticos, nos hallábamos haciendo un “69” riquísimo. No queríamos detenernos. Ya nuestros cuerpos transpiraban, a pesar de que un ventilador en alguna ubicación de ese cuarto hacía su trabajo. En plena oscuridad se oían nuestras respiraciones agitadas, no quería sacar su pene de mis labios ni él deseaba separar su lengua de mi vagina, que demás está decirlo, estaba súper mojada por todo lo que hacíamos. Ya el éxtasis de ambos había entrado en una etapa de frenesí indetenible. Ahora Jorge besaba mi vientre y sus manos parecían hacer magia sobre mi piel, me encantaba la forma como me acariciaba. Sus besos una vez más llenaban de su esencia mis senos, grandes y ansiosos de él. Comenzó a penetrarme y en ese momento vinieron a mí los recuerdos de nuestras primeras veces, porque justo cuando me penetraba comenzaban los problemas, sin embargo ahora no fue así y lo vi como nunca entregado a lo que hacía y yo misma jamás me había sentido tan feliz y sobre todo tan satisfecha. Ya lo tenía todo adentro y ahora ambos nos movíamos al compás de un ritmo endemoniadamente divino. No me explicaba el porqué de este cambio, pero me parecía maravilloso que ocurriera. Sin perder el ritmo y con nuestros cuerpos sudados, nos volteamos y ya estaba sobre él, con ganas de tragármelo literalmente hablando, jamás sentí esas ansias de devorarme a un hombre como esa noche las sentí con él. Lo que terminaría de consumar una gran noche para ambos estaba ya ocurriendo, yo estaba teniendo un orgasmo, aunque mi excitación era tanta, que creo que fue uno o el mayor de varios que tuve. Sencillamente inigualable. A los pocos segundos lo sentí acabar a él también, intensamente, como jamás antes lo sentí.

    Ambos disfrutábamos del llamado “descanso del guerrero”, abrazados, como si nos diera miedo soltarnos, pero yo no me podía quedar sin respuestas para tantas preguntas, mi curiosidad también debía ser satisfecha. Lo miré y le inquirí acerca de su actitud en el aeropuerto. Por qué estaba tan serio y en el camino a su casa ni siquiera me miraba y casi ni me hablaba. Me dijo que estaba muy asustado, porque durante su viaje pensó en tantas reacciones que podía yo tener al verlo y que por lo tormentosos de nuestros encuentros anteriores, estaba seguro de que no lo iba a recibir bien. Al verme vestida como a él le gustaba comenzó a darse cuenta de que la realidad era muy distinta a lo que esperaba. Aún me quedaban unas preguntas y esto sí lo mostraré textualmente, para que quede grabada la belleza de sus palabras:

    -¿Por qué antes ni siquiera podíamos acabar y ahora todo fue tan intenso? ¿Qué fue lo que cambió? –fue lo que pregunté y aquí su respuesta…

    -Es que he sido un hombre acostumbrado a tener lo que quiero y en aquellos días, te tenía siempre a mano y no me dabas tiempo ni de extrañarte. En pocas palabras, yo aprendí a necesitarte. Eso cambió todo.

    ¿La necesidad se aprende? No lo sabía, pero en todo caso ha sido un dulce aprendizaje. ¿Quién lo duda?

    • nellycastell

      Muy buena tu narrativa querido, es increible como logras escribir en forma unilateral, algo que voy a tratar de practicar. Me gustó mucho porque encierra hasta una enseñanza. Tu poema muy bueno como siempre lo logras. Te abrazo muchachón.

    • lindaestrella

      Hay tantas historias de amor... Y es triste cuando terminan. Está bello tu poema Álvaro y ni qué decir del relato, precioso, te felicito sinceramente. Un abrazo y hasta mañana.

      • ALVARO J. MARQUEZ

        Valoro tus palabras y tu apoyo a mi trabajo, un abrazo.

      • Hugo Emilio Ocanto

        UN ESTRUENDOSO Y MUY FUERTE APLAUSO POR TU POEMA Y TU RELATO, Álvaro.
        Fuerte abrazo, poeta.
        Hugo Emilio.



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