El viejo Johny está tocando y las gotas que le marcan el compás lo mantienen ahí. No lo escucho pero lo veo ahí refugiado atrás del vidrio. Nota, nota y ¡dale que va!
Por su cara y su esfuerzo pareciera tocar para ella, que lo escucha y lo aplaude desde el diván.
Rara costumbre la del John para quien no lo conoce, el tocar solo los días de lluvia. Pero a mi no me extraña para nada porque sé, que cuando se oscurece el mediodía le baja esa nostalgia de invierno pasado. La lluvia aqueja a los vecinos que preocupados por la ropa mojada o por salir desesperados a comprar paraguas, no tienen tiempo de quejarse por los soplidos musicales que invaden los pasillos de la torre del frente.
La gente que camina por debajo de su ventana pareciera caminar de un modo distinto, parecen detenerse como quién busca y encuentra, como esos que no tienen a donde ir pero si donde estar, como esos que aman y se permiten gozar.
Solo un beso lo interrumpe, solo ella lo distrae y las cosas empiezan a cambiar, pero no me entero, lo supongo, porque la cortina se cierra y la gente empieza a apurarse para ir a esos lugares donde se suele ir cuando está lloviendo...
- Autor: JD (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de abril de 2015 a las 14:04
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 51
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