Ser…
Al darte en la cara el viento de la realidad comprendes... compredes que en infinidad de ocasiones no estás a la altura de lo que los demás esperan de ti, que tus verdades difieren con mucho de las ajenas, sin entrar en qué verdades son malas o son buenas y que lo que tú entiendes, no es siempre lo que los demás entienden.
Tomo mi barca y remo mar adentro, necesito alejarme de la orilla, de la gente que se agolpa para las mismas cosas, para esperar los mismos sueños y anhelando hacer interminables colas para obtener lo mismo, no sé si busco un espejismo pero sé, que no quiero esperar ni hacer colas, que no deseo que por admiraciones, por condicionantes o por un buen semblante aparente, alguien me tenga tan presente que no vea mis verdades, las que a mí me pesan, esas que por muy buen talante que tenga son las que mi alma apresan y me destinan a un futuro en solitario…
Dicen quienes me quieren, que quien elija estar conmigo me querrá como soy, aceptara lo que me esclaviza y atará su barca a la mía para que naveguemos juntos, lejos de la orilla, de las colas, de las gentes que no entienden que vivir es mucho más que pedir.
Dicen quienes me quieren, que quien elija quererme, elegirá secar el sudor de mi frente cuando enferme, se sentará a mi lado cuando el dolor me haga perder los papeles y me abrazará para sentirme acompañado en lo más íntimo de mí. También dicen que quien me quiera me cogerá de la mano donde quiera que me encuentre, para hacerme sentir acompañado, y del mismo modo, trasnochará conmigo en mis largas y solitarias noches de insomnio, que son la villa de la soledad, porque no hay mayor soledad que la de la noche oscura, ni mayor grito que el de la locura de sentirse sólo…
El cincel de la vida se ensañó en mi con verdaderos delirios, y tal vez lo que otros ven como recompensa, para mi haya sido pesadilla. Sobrevivir a una muerte cierta es una suerte, pero sobrevivir con el dolor en el cuerpo y en el alma no deja de ser una tortura interminable.
A pesar de todo, a pesar de estar vivo, de mis cicatrices, de mis ratos de locura contenida, de amarguras por recuerdos de pasadas traiciones, de falsas tentaciones y amores de una noche que no calmaron el hambre de mi espíritu, a pesar de las lágrimas derramadas cada ocaso en la almohada, de amistades pasajeras, de risas altaneras y de una vida incierta si sentirme en mi auténtica morada… sigo esperando y sé que al esperar, sólo veo la vida pasar, sé que esperando lo extraordinario tal vez deje pasar lo fabuloso, pero en el fondo creo que la verdad verdadera es que simplemente perdí la fe, perdí la esperanza aunque sea lo último en perderse, y entendí ya hace mucho, muchísimo tiempo que a nadie puedo condenar en mi condena, que a nadie puedo atar con mi cadena ni encerrar en mi parcela de vida limitada a la soledad de mi mirada, al frío de mi estancia y a mis noches en vela cuando cada día oigo a la “Nada”, más cercana…
Autor.- Rafael Rivas
Escrito el 23/04/2015.
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Prohibida la reproducción o copia total o parcial sin la autorización expresa del Autor.
- Autor: Rafa Rivas (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de abril de 2015 a las 15:04
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 39
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