El techo del azul celeste
Venia remando, cubriendo,
De nubes grande oscureciendo
Las secoya altas, silvestres.
Verdes estaban los cipreses
Olor de madera expandiendo,
Los troncos gruesos trayendo
Del caudaloso rio la corriente;
El leñador de actitud displicente
En la sierra de sonido estridente,
Troncos venían esgrimiendo
Corazón el hierro descosiendo.
Bajo el fragor de la lluvia
El campo humedeciendo,
La rama alta iba moviendo
La gota gruesa que permitía,
En barro cenagoso de la vía
Los caminos cautelosos
El limo oscuro la rodilla subía,
Parecida a la lucha proceloso.
De lo pesada que es la guía,
Hacia lo eterno culposo
Por el mundo la porfía.
De no creer nada le valdría,
Menos tropiezos espantosos,
Al el hombre Fausto lujurioso
Entrega la sin razón a la lascivia.
- Autor: DaniVera (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de abril de 2015 a las 08:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 56
- Usuarios favoritos de este poema: pani, Jorge H. Ramirez
Comentarios1
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