Siempre pensé que la pena que sentía
de tu ausencia venía
del sabor del fruto podrido de tu lejanía
pero en mi pasar
y con mi mirada fija en el las piedras de la calle
medito sobre lo que realmente me conmueve
y es verme en la obligación
de dejar de amarte
de mirar a un lado
y descubrir
el inmenso mar de peses dorados que espera.
Así que a la ahora mas cálida de un día de otoño
pido perdón a la dulce hada que sobrevoló los bosques embrujados de mi corazón
es la hora, la tírste hora
de marchar,
mi amor.
- Autor: Don Ignacio ( Offline)
- Publicado: 6 de mayo de 2015 a las 13:45
- Categoría: Amor
- Lecturas: 39
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