En alta voz esa conversación,
arrecifes quejaban de la mar
se asumen golpeados con pasión
por alguien a quien sentían amar,
y la mar, asimilando esa queja
rogándole, para que el entendiera
que no es un castigo lo que le diera,
sino signos de amor, ella le deja.
Y la dura pared del arrecife
aceptandole con razón la queja,
valora con cariño lo que dice
abrazandose de la mar, que siente,
no le permite que se vaya triste
y se queda con ella para siempre.
Ramón Oviedo
Derechos Reservados
- Autor: Ramon Oviedo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de mayo de 2015 a las 00:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 423
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