Bajo el sol anaranjado sello la lápida que entierra las marcas del dolor estéril. Renazco como la mujer que quiero ser. Me conmuevo con los hijos ajenos y me vuelvo niña de ojos con hambre de vistas sagradas. Me emociona la luna, la música y las flores. Crezco a cada vuelta de esquina, cuando encuentro el sendero hacia fantasías ingenuas de mi infancia. Y ya mujer feliz me desvanezco cada noche en mi propio cielo cuidando a la pequeña que fui, cobijada en mi regazo.
- Autor: Meri (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de mayo de 2015 a las 00:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 41
- Usuarios favoritos de este poema: Alejandrina, la negra rodriguez, kavanarudén, pani, Blancanieves
Comentarios3
Creces a diario María y dejas huellas de tu paso, cada día más grande.
besos.
Gracias, Sil, por estar por aquí. Un placer encontrar tu comentario.
Cariños!!
Meri.-
Muy tierno y a la vez filosófico tu texto de hoy, María.
Un abrazo
Gracias, Donaciano, gracias por detenerte a leerme. Buen lunes!
Abrazo,
Meri.-
PRECIOSO...
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