La sonrisa...
Qué hermosa es la sonrisa;
esos dientes desnudos y cálcidos
y eternos y sus comisuras en jarras;
Ese esmalte de aurora que posee
y que brilla en la sonrisa del que
funde triste su persona...
qué lunar que es la sonrisa-
La palabra...
Qué enigma la nutrida palabra;
Que es un calamar al asecho,
que es el vientre del grito cósmico.
La palabra alquila ese espacio de tiempo
que, despiertos, no podemos mas
que cotizar en la memoria...
y la memoria deja borrar palabras
como cuando el tiempo devora,
de arriba abajo,
castillos de arena.
Qué filo el de la palabra-
El Poema...
¿Quién pare con dolor el poema?
Nada de huérfana rima, no señor...
El poema es asceta, un beduino,
un zorro plateado, un pellizco de sueño,
un Corto Maltés, un sable...
El poema jamás ha de ser huérfano,
pues basta que el poema sea leído,
para que el lector sea su padre,
y lo acune...
Qué bastardo es el poema-
La calma...
Qué paciencia tiene la calma;
Hoja de pino que envejece sin ruido,
la calma que es calma
en las arrugas de las tortugas...
la calma es esa nube que se
desprende de sí misma
y hace dos nubes.
Cómo te necesito, calma-
El complejo...
Me cuesta hablar del complejo;
Huraño señor sin alma y sin dedos;
El complejo es esa rama de las trinitárias
que esconde una nueva pared,
es la punta del pan que
los comensales no tocan...
Es la voz del niño que cree correr
mientras se mantiene sentado...
Qué inútil es el complejo-
Tu...
En cada estrofa estás...
Sonrisa inmarcesible de coral galáctico,
palabra que perfora los miedos funestos,
Poema que retoña en un jardín de Saturno,
Calma que reposa en mis ojos tristes,
Complejo constante de mi niñéz borrosa,
Tu la membrana
de este amor
sin contornos.
Blas Roa
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