No te pido que regreses;
me he acostumbrado a este encierro pasional, a leer más y a la escasez de tus luceros. Se me ha apaciguado el alma de recuerdos fastidiosos y de tantos susurros al viento que me llevan hacía ti.
Eres tal cual una remembranza desde el alba hasta que llegas danzante como una estrella en la bóveda celeste, posando para todos, empero, buscándome a mí.
Es cierto que al verme te conmemoro,
con mis ojos cansados e inclusive tu sonrisa tan voraz; aquella que implicaba ansias, pasión o intenciones que nunca comprendí. Esa tan tuya y mía. Hijas de nadie.
No quiero que regreses aún;
no te tengo,
no me pertenezco;
y no quiero andar por la vida
buscando lo que hace tantos abriles
extravié. No me imagino perdiéndonos una vez más.
No quiero que retornes si no es como un roble en una arboleda, como el adjetivo calificativo que le ha de dar forma a tanta desfachatez e infames verbos.
Prefiero la agonía de despertar cada amanecer con el calor ficticio de tu cuerpo, la taza de té fría y el constante llanto quebrado del firmamento.
(...)No, no quiero que regreses.
- Autor: Sue P (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de mayo de 2015 a las 12:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 70
Comentarios1
hay momentos que queremos olvidar como lo describes en tus letras olvidar y seguir adelante
saludos
Esos son lo mejores momentos porque hacen que el dolor y los recuerdos sean arte.
¡Saludos desde Costa Rica!
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