Adorarte

Cuando hacia ti la tierra alza su caminar, entonces te adoro.
Cuando se entreabren las redes del silencio
Para tejer los amores que te tengo en alma, entonces te adoro.

Entonces te adoro, frente a cada cosa, ante cada cosa,
Cuando el cielo no era nadie aún te quería, aún te adoraba, mi amada.
Lejos del oscuro sitio de la muerte hoy me encuentro,
Cantándote como si le cantara a la serenidad de tus ojos mansos.

No me atrevo a no amarte, amor, porque entonces, ay de mí!
No me atrevo a morirme sin ti, porque fuese lo más necesario
Para la redención de mis días.
No me atrevo entonces a dejar que mis pasos rueden sin ti:

Porque juntos somos la palabra cotidiana, el beso heroico ante la adversidad,
Porque juntos somos aire, tierra, fresa, camino, siembra de navíos frescos en el alma.

Tengo por obligación, mi consentida, amarte,
De sentirme cada noche ausente de la soledad
Y aún más cautivo en el manso viajar de tus ojos.

Y necesito el silencio para amarte cuando no estás,
Y necesito tu presencia para agudizar mi amor,
También te necesito desnuda,
Con tus senos mojados como pequeñas uvas
Que caen en silencio del racimo de tu cuerpo,
Con tu sabia aromada del beso,
Con tu paz abrasadora,
Y con cada uno de los suspiros que deshace tu aliento.

Al fin y al cavo soy, fui, y seré tuyo,
Como quien se niega de alma a no amarte,
Como quien se impone a si mismo tu amor,
Para volar y correr inmensos,
En la lejanía inalcanzable de nuestras pasiones.

Luis Augusto Passon 2010-03-05