Buenos días otra vez
Buenos días otra vez, hermanas nubes,
alguna vez el sol pasó por todas partes,
alguna vez ustedes volcaron sobre el mundo
larga lluvia y un frágil arcoíris
que nos mostró y nos dijo que no todo está perdido,
que permitió aguantar otros mil años de verguenza.
Buenos días, viejo sol, luces cansado,
¿será que las promesas no se cumplen,
será que los sembrados se corrompen
con toda la ambición de los que siembran
en ellos no semillas, no esperanzas,
sino sudor y muertos cada día, sino golpes,
sino memorias llenas de lecciones
y tumultos sin pan que morirán un poco en cada ocaso?
Buenos días, viejo yo, te veo triste,
a pesar de las hazañas de este mundo,
del hombre que murió por tus pecados esa tarde,
de las tablas de la ley que tú heredaste,
de las múltiples historias que hoy por hoy no dicen nada,
de todas las plegarias que olvidaste y que ya no te redimieron
y de los pálidos cohetes que disparas
al espacio de tus nadas, ya infinitas, ya mortales.
Buenos días, gran ciudad, tus ciudadanos
ya trepan en el metro, ya levantan
las cortinas, los harapos, las llaves de la empresa,
ya corren por un sueldo que no alcanza,
ya mueren por un pan con que no viven,
ya matan por la oferta que no llena
aquel hastío de quienes la aprovechan
por simplemente huir de unas verdades
que van cosidas en sus sienes y en sus almas,
ya dejan a sus niños en un colegio del que poco saben,
con maestros que poco saben de esos niños y de sus familias,
(ya nadie sabe, eso es verdad, mucho del otro,
ya pocos de sí mismos se dan cuenta,
de lo que harán, de lo que son, de lo que pierden
por verterse entre las calles como un chorro más de tus desechos).
Buenos días, dulce amor, de nuevo lloras,
de nuevo te abandonan en la plaza,
te sacan el dinero, te mezquinan
aquel anillo con que sueñas, esa cama
donde quieres dormir algo abrazado a un cierto cuerpo
que diga las palabras que tú esperas,
que tenga aquellos gestos que tú has visto
o que quieres escribir, como escribieron
en libros y revistas de otro tiempo tantos hombres.
Buenos días, compañeros, moriremos
hoy o más tarde, probablemente solos,
probablemente a gritos en las calles, a balazos,
escupiendo la sangre de estos años de explotados,
la rabia ante el traidor que prometió tantas estrellas
y tras el voto huyó con el infinito entre las manos,
tal vez resistiremos otro poco,
si sólo nos miramos a los ojos, a la cara,
si sólo nos creemos, sin pedirlo,
un poco más capaces de hacer algo,
de arder, de tropezar con las estatuas,
de derribar los muros que en la faz de cada patria
alguno levantó sin que impidiera aquel vacío,
sin que pudiera trasladar tanta mentira hacia otra parte
ni ocultar a nadie el mal al que ya estamos habituados.
Buenos días, libertad, se ve que gozas tus prisiones,
tu breve aparición en las portadas de los diarios,
en la misa de los últimos obreros apaleados,
en la versión de los sorteos del futuro o de la fama,
en que un auto o un collar pueden ser más que tu sentido
y el triunfo sólo hallar unos billetes con que aturdas la ignominia.
Buenos días, fiel hermano, hemos pasado
por aquí por tantos siglos, ¿recuerdas
la canción de los esclavos, recuerdas
la promesa de ser dignos, recuerdas
la noción de ser humanos, recuerdas
el futuro que soñaste y que aún no duerme,
la noche en que juraste nunca más ya ir dormido?
Si estás, si sigue en pie tu fe en la puerta,
a punto de salir hacia el trabajo,
a punto de besar a cada hijo
y a tu mujer, porque es no sólo un gesto acostumbrado,
sino una fiel noción de lo que queda de nosotros,
de lo que basta por salvar para empezar un nuevo sueño,
yo entonces creo en ti, no por sed propia,
sino porque tú, aún bajo esta nube de silencio,
detrás del sol desesperado, de tu espejo
cuidado y maltratado por las noches,
de las urbes orinadas por los jueces,
del amor que te levanta cada día,
de cada ser humano en que te extiendes
como el agua que en el riego se hace brote
y en las playas una voz entre los tiempos
para exigir que todo mejore entre nosotros,
detrás de aquella libertad en que confundes
tu propia rendición con el destino,
si aún sigues aquí, te ríes, juegas,
te escapas de las redes un segundo
y existes más allá de tus miserias
y haces que todo exista, más allá
de los precarios cielos de la aurora más temprana,
entonces es que escuchas y no es vano
ni un sólo buenos días que te entregue,
ni un sólo buenos días que yo escuche
de tus labios por respuesta en la esperanza
de este simple, fiel y azul, cordial saludo cotidiano.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
01 06 15
- Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de junio de 2015 a las 10:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 113
- Usuarios favoritos de este poema: pani, Claro de Luna, Edmundo Rodriguez
Comentarios1
He extrañado tus letras en mi ausencia. Se podría pensar que soy masoquista 🙂
No promuevo el masoquismo, prefiero creer en la humana necesidad de la palabra. Saludos, un abrazo.-
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