(versos heptasílabos)
¿A quién le hablo ahora?
Si digo "¿Cómo estás?",
obtengo por respuesta
del lóbrego silencio,
silencio y más silencio;
y es que este, bien sabemos,
no tiene propia voz
para resaludarnos,
tampoco las palabras
para entablar un diálogo,
ni se hace de argumentos
para contradecirnos
—lo bueno es que tampoco
debemos refutarlo,
lo cual ahorra fuerzas
y tiempo a nuestras vidas.
Yo puedo bien tu nombre
a solas pronunciar,
¿pero eso de qué vale
si tú no estás aquí
para poder oírlo?,
no estás para escucharme.
También pudiera enviarte
un "¡Hola!" por e-mail,
mas ¿cómo puedo hacerlo?
Parece haber un muro
construido de arrogancia
afuera de mis lindes,
allende mis fronteras
("más vale morir solo
que mal acompañado",
le digo de tal modo
que sirva de consuelo
a mi alma contrariada).
¿A quién le hablo ahora?
—al menos por ahora—.
Ya sé que existen otras;
pero es que yo no puedo
ni debo de llamarlas
por tu preciso nombre
como si fueran tú
—correcto no sería,
tampoco nada justo,
y suelo equivocarme,
quizá más de la cuenta;
ahora no podría,
¡ahora no, por Dios!
Ya sé que no eres única,
pues diario nacen hembras
y sobran las mujeres,
y sé que somos muchos
y nunca estamos solos;
mas siento en estas horas
de ausencia lacerante,
que soy el ser más solo
de toda nuestra Tierra,
de todos los planetas
con todos sus satélites,
de todas las estrellas,
de todas las centenas
de miles de millones
de grávidas galaxias,
de todos los eones
y todos los espacios,
¡el ser más solitario
que habita el Universo,
el Cosmos desolado!
¡Ah!, ¡cuánto significas!
¡Y cómo me haces falta!
¿A quién abrazo ahora?,
al menos por ahora.
¿A quién le doy mis besos
si ahora no me saben
los labios y las lenguas
de tanta y tanta boca?
De cópula ni hablar,
sería solamente
el acto de un robot
pegado a otra máquina
con pecho palpitante
y hálito febril;
un vínculo inconexo,
extraño, sin sentido.
Mujer de carne y hueso,
te hiciste vano humo,
desecho de cigarro,
ingrávida voluta
que se esfumó en el aire;
se dispersó tu forma,
flotaste en el vacío
y te absorbió la nada.
¿A quién... a quién ahora?
- Autor: Alek Hine ( Offline)
- Publicado: 9 de junio de 2015 a las 05:46
- Comentario del autor sobre el poema: Esto es un ejercicio poético, una mezcla entre ficción y realidad. ¿Qué es verdad y qué no? Solamente el autor sabe. Gracias por leer. Feliz día.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 58
Comentarios1
es el canto a la soledad absoluta cuando la persona que inspira estas letras se ha esfumado y no es posible encontrar su ruta,
abrazos fraternos
Coincido con ese juicio de "canto a la soledad absoluta". En mi lectura reiterada del poema (editado), pude sentir esos pasajes tremendamente desgarradores, acentuado el desgarro del alma por los violines, las violas, los violoncelos y los contrabajos del Adagietto de la "Quinta Sinfonía" de Mahler como fondo, desgarro que se hace todavía más intenso en el clímax de la pieza, donde el drama se agiganta para luego sucumbir lentamente en su agonía.
Agradecido por la lectura. Un abrazo.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.