Presiento que el futuro se me hizo hoy ya presente
y que el tiempo pasado no puede ya volver,
de vino y rosas los días me acabo de beber
ahora están disfrazados de música indecente.
Sospecho que estoy muerto -me palpo y aun respiro-
que al cuerpo en que hoy yo miro llegó su atardecer,
y en esta certidumbre comienza a anochecer.
la luz que iluminaba mi mente es mi castigo.
Yo hoy quisiera encontrar donde guardar mi miedo
entre pinos o hayedos o quizás en el mar,
o dónde puedo ahogar, dónde esconderme puedo
y libre de recelos poderme suicidar.
Pues la vida se escapa, las rendijas del tiempo
ni hojarasca ni el viento consiguen taponar,
la congoja que siento no la puedo ocultar
sólo toca esperar a que llegue el adviento.
No sirve atormentarse, no sirve pretender
de tu historia ser reo ni tampoco un mendigo,
prepara tus alforjas y acomoda tu abrigo
dios nos trazó el destino: nacer y fenecer.
©donaciano bueno
- Autor: donbuendon (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de julio de 2015 a las 00:07
- Comentario del autor sobre el poema: Todos nacemos ya con la fecha de caducidad impresa con tinta indeleble incapaz de ser leida por el ojo humano. Pero ahí está.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni
Comentarios1
Nacer y fenecer, principio y final (aunque no creó que la muerte sea el final. Pero si el final del cuerpo).
Que poema tan vivo en su propia muerte por decirlo de alguna forma..
Poeta, hoy te doy honra a tus anacrónicos versos...
Y que te parece éste.
César Vallejo
LXXV
Estáis muertos.
Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos, muertos.
Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, péndula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.
Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, entonces os transfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.
Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino el no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.
Y sinembargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.
Estáis muertos.
Muy bonito texto y muy poético el de César Vallejo. Lo peor de todo es estar muerto en vida. Nosotros por de pronto seguimos vivos pues seguimos escribiendo.
Un abrazo Jonh
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