¡Ay! que duro es morir y estar vacío,
amar sin ser amado, sufrir sin ser sufrido,
sentír como sintió Wilde la misma muerte
y ser besado como lo han besado en su propia tumba.
¡Ay! que sin fin me espera en el desierto
donde el sol ya no existe y sí la noche.
El frío que congela la propia sangre
estando a ciegas por los espacios de lo prohibido.
Angustias de un suplicio que no me cabe
y se ufana de haber deshecho un alma pura.
¡Ay!, me duele el pecho, estoy sin gloria,
convicto de haber vivido en el pecado.
CARLOS A. BADARACCO
10/6/12
(DERECHOS RESERVADOS)
- Autor: CARLOS ALBERTO BADARACCO ( Offline)
- Publicado: 12 de junio de 2015 a las 14:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 46
Comentarios1
Hola mi querido amigo cuanto tiempo, que triste es tu poema espero que solo sea una melancolía pasajera.
Un abrasó shira
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