Cuando a la medianoche
tu garganta se partía en rosas como en un acto de fiebre,
águilas abiertas decretaban mi extinción.
Yo, que amaba tu sexo hacia las nubes
nunca pude atravesar mi perpetuo deseo endemoniado,
que no está en el comienzo de tu patio redondo,
ni en mi corazón sustraído de la bolsa más austral.
Te recuerdo bebiéndote el aire,
tapándote el alma,
para que los malos miedos no la destruyeran,
acunándola como a una preciosa rama de estrellas.
Pero nada se pudo,
ni mis brazos, ni mi arrojo incesante,
en tu forma lujuriosa de amar.
Dejaste que del cielo partieran campanas,
y del mar las olas que luchaban entre si.
Formas de ver lo invisible:
olorosa luz hecha de barro,
días destinados a la nada;
y más allá
el campo abierto,
y tu corriendo como un niño,
en pos de ceremonias
que siempre siempre
resultaban naufragios.
G.C.
Direc.Nac.del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de junio de 2015 a las 20:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 78
- Usuarios favoritos de este poema: Darkness.cl
Comentarios2
Profundamente conmovedor por su sensibilidad querido amigo...
Muy grato volver a leerte...recibe mi abrazo.
Nancy
Queerida Nancy:
es un regalo para mí tu comentario; muchas gracias
Guillermo
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