Me despido por cierto tiempo.
Pronto he de regresar.
He aprendido de ti amor cuando tú no estas.
He vivido sin temor, he viajado en navíos que cruzan las dunas de las arenas del tiempo, y he aprendiendo que sin dolor vivir es insignificante, ya que en el naufragio existen sobrevivientes sentires del corazón.
Nada es para siempre más que los recuerdos, añoranzas van y avanzan como el depredador de la nostalgia hambriento de lo ya vivido.
Sólo sé que vivir es el acto más divino que nos puede pasar, y ve me aquí, de pie ante toda adversidad.
Jamás he de rendirme, jamás seré parte del olvido en tu pleno existir; porque de amor nadie muere, y seguimos existiendo de diferente manera; porque la vida siempre es un constante cambio, y seguro siempre encontramos nuevos horizontes con sus nuevas dichas y vivencias.
Amor, amor de ayeres y quereres que endulzan la existencia por los instantes que se comparten en las dádivas de amar que se goza, casi perfectos hasta que se acaba.
A quien más puedo escribir sino es a ti, divino amor, divino ocaso de bendición.
Estés donde estés, ausente amor.
Marc Téllez González.
- Autor: Marc Tellez Gonzalez ( Offline)
- Publicado: 23 de junio de 2015 a las 13:08
- Comentario del autor sobre el poema: Pensamiento totalmente imaginario. Hoy vivo en la más grande dicha de amar a mi esposa y amados hijos.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 59
- Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto
Comentarios1
Un imaginario y ausente amor, escrito con mucha belleza, Marc.
Sigue amando en tu realidad, a quien es la compañera de tu vida.
Mi saludo, un abrazo.
Hugo Emilio.
Muchas gracias Hugo amigo del alma.
Me alegra mucho tu presencia y siempre tan sentido y apreciado comentario.
Recibe mi abrazo y admiración.
Marc.
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