Del mástil donde las aves cuelgan sus nidos,
saturada de voces amadas,
construí mi casa.
De un color olvidado era mi casa,
y mientras yo agonizaba,
-así como una luz busca su presa-
busqué un bosquejo para habitarla,
y fue una botella echada al mar
o un lobo azul que esperaba:
él mi zarpazo, yo su herida.
(Cantores nocturnos venían a darme su infortunio
en mi estanque de palomas secretas.)
La mano mínima que ahora escondo
sabrá que los lobos se lanzan también de noche,
cuando los aullidos se acercan y no hay salvación,
ni siquiera
en el momento frágil de la duda:
el espacio entre la vida y la muerte.
G.C.
Direrc. Nac. del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de junio de 2015 a las 12:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: pani, Alexandra L
Comentarios2
Una joya, un gusto leer.
Saludos cordiales.
Trovador:
muy gustoso es tu comentario
saludos
Guillermo
Profundo tu poema, te digo, lo he leído tres veces seguidas, y cuanto mas entro en el, mas trae la imagen de alguien muy querido, que ya no está. Gracias por compartir tu poesía.
Un cordial saludo, feliz tarde, Alex.
Me encanta que mi poema despierten en vos sentimientos tan calidos
feliz mañana Alex
Guillermo
Maria A. Santos:
gracias por tus expresiones. (Mi poema ahora se llama "La duda")
abrazo
Guillermo
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