¡Porqué insistir, mujer, cuando dijiste:
en este corazón tu amor no cabe?
¿Por qué insistir, aun cuando se sabe
que sólo en mi ilusión tu amor existe?
En músicas de adiós y olvidos diste
al cofre del desdén la terca llave.
Yo soy la pluma que ha perdido el ave,
yo soy la risa del payaso triste.
Mas como risa vaga y silenciosa
que de mis labios se desprendïera
trocará el tiempo en viento mi cariño.
Ya no seré yo Marcos, ni tú: Rosa
y el alma mía haráse a mi manera
y no en la forma en la que fui de niño.
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