Mi sombra se pasea mirando la noche que tiembla bajo la mirada de los ojos de miel de los muertos.
Son bravuras extremas de ella, que, como la evolución de un trompo, definitivamente fenece.
Leo en las palmas de mis manos el sabor de la nubes cuando lloran en invierno.
Es un llanto nostálgico que se abre mientras muero, porque mis plegarias extranjeras
no alcanzan al cielo, y mi corazón se enfría.
Entonces,
quiero destruírme pues los lagos de mis ojos desbordan en la soledad que yo me doy, y que mi sombra acepta.
Ella podría defenderme, pero se queda quieta, mi sombra.
Una aviesa paloma construye su nido en mi boca.
Yo no lo apruebo,
pero no hago nada por salvarme.
Y ahora, pronto, acude la muerte,
tenaz, cenagosa.
Impávido, casi soñando,
yo la recibo como un niño.
G.C.
Direc. Nac. del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de julio de 2015 a las 17:45
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 33
- Usuarios favoritos de este poema: Alexandra L, Edmundo Rodriguez, Viento de amor
Comentarios2
Saludos poeta, disfruté de tus letras y sentires del alma. Que tengas una excelente noche.
Saludos
Mallito
Mallito:
gracias por tus conceptos; para vos: que tengas una excelente mañana.
Saludos
Guillermo
Me hacés volver por la riqueza de imágenes y de sentimientos de tu poesía, Guillermo.
Un fuerte abrazo con mi admiración.
Gracias, querida amiga... me satisface que te haya gustado.
fuerte abrazo desde Argentina (mucho, mucho frio: 6º)
Guillermo
¡Uuuuuuuuuy! Estaría congelada Buuuuuuuuuuurrrrrrr. Aquí, en la parte norte del país, en diciembre-enero, si llego a sentir 20° estoy tiritando. Cuidate de un resfrío. Un abrazo.
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