Amanece y soñoliento, creo escuchar voces en el pasillo que va hacia los cuartos y levantándome acudo raudamente colocándome la bata de dormir, dando tumbos dentro del cuarto al ponerme apresuradamente las chancletas, pero al abrir la puerta saliendo al corredor, observo aun oscuro que tristemente no hay nadie en el corredor a las recamaras, siendo solo una mala pasada de la soledad, haciéndome oír voces del pasado en la mente, provocando que gritara tu querido nombre, desvaneciendo cual eco entre las paredes, como un divino deseo entre el recuerdo y el olvido de un amor que todavía desvela mis sueños, como razón en mi sufrida y amarga, existencia…, syglesias.
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