¡Donde estuvo un jilguero, que ya voló,
quedó la roja flor del cardo,
moviéndose con gracia!
¡La luz reflejada en un destello,
me hiende el iris de los ojos!
¡La lejanía no disculpa
su efímera arrogancia!
Los nuevos métodos mecánicos sobre ruedas,
se imponen con fuerza en el entorno,
manejados por la juventud enardecida,
y destruye durante unos minutos,
el ensoñador sosiego que me embárga.
Cuando el "ruido" se aleja,
se recupera el silencio de los campos,
y el sonido del piar de la curruca
permanece sostenido en el espacio,
arrullado por el suave, delicado,
susurro del viento entre las retamas,
y en los secos plumeros de las trochas de esparto.
Desde el mirador donde reposo unos minutos,
aún el color verde perdura en el entorno.
Molinos de viento en la distancia,
marcan los sitios poblados
desde épocas remotas.
A la derecha, los del eterno Puerto Lápice.
"Ya qué, lo que se nombra en El Quijote,
jamás se borrará de la memoria de los hombres".
He aquí las mejores vistas que desde
molinos de viento se pueden divisar.
Al frente los de Herencia, y ya
saliendo de mi alcance,
los de Alcázar de San Juan,
y aún más lejos,
donde la vista reverbera,
los de Campo de Criptána.
"Y como suele ocurrir".
El cerro me impide ver,
los que tengo al alcance de la mano,
los del "Cerro Calderíco",
en esta ciudad de Consuegra.
Y a la izquierda la nueva versión
de explotación de la fuerza del viento,
las eólicas aspas de los productores de energía,
de los cerros de Madridéjos.
En la tarde del 17-6-2015
Isidoro Pavón Mariblanca
- Autor: I.P.Mariblanca ( Offline)
- Publicado: 5 de agosto de 2015 a las 17:59
- Comentario del autor sobre el poema: Momentos de relajación que, de vez en cuando se disfrutan en soledad, fundiéndose el espíritu, con la naturaleza del entorno.
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 67
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