Hay algo de brisa inequívoca en tu recuerdo.

Estas dispuesta entre los labios encendidos
de un cuerpo indeciso, de aquella blancura ilusa
donde arrastro la arena en mis manos, amortiguada,
arrastro también tus senos, tu corazón diminuto
en mi ultima nupcia, de emoción y ceniza fuerte.
Estas desnuda en tu interior, estas en la existencia.
Tan inimaginable, como si no hubieras nacido.
Dulce, arranca el césped y envuélvelo en tus pies
en tu pacto natural hacia la vida carmesí
y brilla en la maravilla, y brilla fecundada
de tu vientre sincero, y tu cabello de abrazos.

Puedo retenerte en mis ojos como antes, retenerte
en un suspiro, en un jardín, en mi amor secreto
y en la caricia marchita de amor adolescente.
Apenas eres una primavera menor a la mía
tan solo quince ilusiones has vivido apasionada.
Apenas tu herida se contiene entre sabia inocente
y emanado en una razón, una luz de día.

Tus labios son en el universo, el jardín amoroso.
Tus labios que agonizan en un beso no otorgado.
Tus labios de carne angelical, tus labios que amo

Recuerdas la brisa anterior a marzo, tu dulzura,
tu dulzura era la de la noche, encendida y pura.

Hoy me he vuelto a enamorar. Enamorar
de ti, la de antes, aquella imposible compasión

Sabrás que mi medida esta mucho mas diluida
acomplejada en mi mano, condoliente como amor
ligera y abierta, alcanzado el eco, a la corriente;
oro, plata, platino, tu sonrisa encierra en ovalos
mi disolución y mi agonía lenta, gobiérnate
esperándote, conteniendo tus latidos en mis venas.

Lo sabes tu mas que nadie, cada ultimo secreto
o como pocas dices poseer la virtud acreditada
o como ninguna mi pecho enalteces en una cura
respirando en mi cuello, cuando nunca te he merecido.

Y tu nombre, hermoso se esconde en este poema.
Eres el verso que ha rememorado mi noche.
Y tu apellido, va a las costas del Ecuador.
Eres quien aborda mi espíritu complejo de hombre.