Por el lago apacible de la vida
navego hacia ti en mi frágil barquilla.
Con mi tonada de arrebol vestida
como un ave que vuela hacia tu orilla.
Bajo un cielo con nubes de pluma
Cavilo en el ocaso, solitario
y entre luces contemplo la espuma
que dibuja la quilla en el estuario.
La luna, con su halo fulgurante
Es faro virginal que, vagamente,
me marca un surco de estela brillante
que extiende en mi pecho un canto elocuente.
En eso, mi corazón se estremece,
como si algo sublime presintiera.
De pronto, lejanamente aparece
una estrella que conforta mi espera.
Quise volar hasta llegar a ella
y hundirme enceguecido en su destello.
Al saber que tú eras esa estrella
me pareció que el mundo era más bello.
Y en el letargo de las horas muertas,
al resplandor de su luz bienhechora,
mi corazón abrió todas sus puertas
y en el cielo de mi alma vi la aurora.
- Autor: Heliconidas ( Offline)
- Publicado: 24 de agosto de 2015 a las 21:02
- Categoría: Amor
- Lecturas: 81
Comentarios1
Por el lago apacible de la vida
navego hacia ti en mi frágil barquilla.
Con mi tonada de arrebol vestida
como un ave que vuela hacia tu orilla.
Hiliconidas,
Gracias por compartir tus bellas letras a la ensoñación de una vida que se estremece con destello en blanca aurora.
Un saludo muy cordial desde Miami para ti.
Besitos.
Eli,
Muchas gracias a ti, Eli, por la esmerada apreciación del poema. Me siento alagado al saber que he tocado tu alma con mis letras.
Un saludo sin tiempo ni distancia.
Heliconidas,
Un placer leerte. El halago es parte de la rutina, la que nos motiva a seguir escribiendo, y en vez de rutina se convierte en la vida misma porque las letras hablan lo que tu alma siente, y lo que tu corazón te dicta.
Gracias nuevamente por compartir.
Un beso y bendiciones en el tiempo que llegue a tu alma.
Eli,
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