Llamean sinestésicos candiles
de vainilla y lavanda en la penumbra.
El cuarto es una selva, se acostumbra
a nuestra ejecutoria de reptiles.
¡Qué mudos platicamos con las lenguas
un diálogo anatómico que es grito!
Me facilitas y te facilito
el cuerpo del delito que no menguas.
Dejando rastros, como dos babosas,
en un puntear frenético de ápices,
nos dibujamos, con húmedos lápices,
volutas de placer escandalosas.
Y nos volvemos dulces y viscosos
a lengüetadas, gimos silenciosos.
- Autor: Jorge García de la Fe (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de agosto de 2015 a las 13:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 88
- Usuarios favoritos de este poema: Jet
Comentarios2
Otro maravilloso soneto erótico
lácteas vías y negros agujeros!
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