En la consabida cárcel de los nombres,
Fui quitando las algas del sueño, los resabios del azúcar.
Planté mis rodillas y agaché mi ego hasta volverlo un papel doblado.
Escribí con la sangre enredada mis últimas excusas y aspiré
Todo el sol, el hacinado vapor de los deseos.
Recordé en medio del silencio las latitudes que me unían al mundo,
Como un extraño recuento de hojas caídas a la tierra yerma
Donde se aferra el árbol más absurdo de las pertenencias.
Me reí de lo biunívioco y de lo co-rrespondido,
Hasta exhalar en el humo de un cigarrillo ajeno todo
Lo que no hubiera sido mío,
Incluso
Yo mismo.
- Autor: Necrofagotimes (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de septiembre de 2015 a las 13:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: Santiago Miranda
Comentarios1
Veo en tu poema a un hombre arrodillado, entregado, sumido en su pesar, buscando respuestas.
Me ha gustado su poema amigo.
Que tengas un lindo día.
En el fondo de todos nosotros siempre hay ese rincón que es como un oráculo personal, ¿no? Creo que exige algo de respeto y atención, pero que las respuestas lo valen, jaja.
¡Gracias por leer! Que tengas un hermoso día vos también.
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