Trémulo quédome cuando me vi
llorando en agonía y desconsuelo
la partida amada que mira al Cielo;
muriendo me vi mi vida morir...
La luz de mis ojos, mi blanca estrella;
de mis andanzas mi fiel compañía,
en el fulgor del amor, siempre mía;
partiéndome el alma, se extingue bella.
Sara en mi carente sabiduría,
Rebeca en tiempo de eterno solaz,
Raquel virtuosa, de amor nunca fría...
Pero su entereza me fue fugaz:
mi Dios la tomó, en mis manos yacía;
¡Aguárdame, mi amor, iré a ti en paz!
- Autor: Daniel Eduardo Mendoza Camarena ( Offline)
- Publicado: 22 de septiembre de 2015 a las 21:07
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 121
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Un hermoso soneto donde tienes que poner más empeño en encuadrar las estrofas para que cuadre su belleza mejor y más elegantemente escrito...
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