Igual que al tronchar la hermosa flor
comienza poco a poco a marchitarse,
así, alicaído ando yo
desde aquel momento que empecé
a no encontrarte.
Deambulando por las calles de esta urbe
que es mi pueblo y el pueblo en que naciste,
voy mirando el trasiego que transcurre
indiferente, de si un día
entre ellos anduviste.
Así es de triste esta vida pasajera
que nos lleva en un momento
del sosiego a la euforia, y de ésta,
a ese trance tan terrible que es enfermar
y sin saberlo
de este mundo despedirse.
Ayer eras como un rayo de sol sobre una colina,
como el árbol más alto de la vida.
Todo coraje, todo vigor, todo altruismo,
siempre dispuesto a hacer cosas,
poblado de ilusiones, de esperanza, de alegría.
Allí estabas con tus quehaceres diarios
como si esperaras a algún amigo, a alguien
que compartiera tus inquietudes, tus proyectos, tu día a día.
Siempre tan afable, siempre tan atento, siempre tan humano.
Me resulta imposible contemplar
la oscuridad, de ese abismo infinito donde has caído.
Parece como si una mano misteriosa de un golpe
te hubiera deshojado. Como si una mañana temprano,
entre una densa bruma, con aquel bote de madera
que de vez en cuando se te veía pescando,
la mar te hubiera secuestrado.
La nostalgia acampa por mi lado
con recuerdos que son presente todavía.
¡Cuánto tiempo pasamos juntos
y cuántas veces pisamos con nuestras idas y venidas
los barrios, las plazas, el centro, los puentes, el campo,
de esta ciudad que nos dio la vida y a la que dimos tanto,
siempre tan cercanos de nuestras leales y admiradas
acompañantes las palmeras!
Ya ha llegado el otoño
con la misma fuerza de antaño.
Todo sigue igual,
tan brillante, tan fantástico, tan amado,
bajo este sol canicular
que nos acaricia con sus fulgentes rayos.
Solo faltas tú, para que todo sea
como aquel tiempo pasado.
¡Compañero, amigo… hermano!
Hoy es el día donde aquí, como cada año
llego con la misma languidez
que esta rosa que llevo en la mano.
Con otra poesía más, con la misma retórica de siempre,
con la misma pena, con el mismo trago.
Disculpa por mi apenado caminar
por estos pasillos atestados de agostadas flores,
donde despunta el granito, donde florece el mármol,
donde yace el olvido, donde se paran los años.
Aquí vengo,
hasta este sombrío y quedo lugar
a contemplar una vez más
tu triste retrato.
J. Marc. 29/09/2015
- Autor: J.Marc.Sancho ( Offline)
- Publicado: 28 de septiembre de 2015 a las 20:59
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 73
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