La vejez, cómo se nota, en los otros
si fuimos niños, ya no lo son
envejecen sin piedad
ya no ríen como ayer.
Algunos, se van sin regreso
dejando ese espacio, un hueco
que no es nido de pájaros
un hueco, como la noche en la mar.
Esas mujeres, que me enamoraron
se van secando de recuerdos vanos
vi en sus bocas, amanecer el sol
en tormentas de placer.
La vejez, quizá sea eso
una larga despedida de gentes que aburren
de anécdotas gastadas
de ojos turbios, sin asombro.
Pero me rebelo
y quiero renacer
que mis plumas
me lleven al cielo inmenso.
Que tus ojos enamorados
me vean tal cual soy
no como ese, del espejo
cansado de años y espanto.
Quiero ser niño
y correr tras mi historia
para vivir nuevamente
cada día de amor.
Hacer votos de alegría
y pedirte perdón
por no adornar tu cuello
con las estrellas reflejadas en la mar.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de octubre de 2015 a las 09:05
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 67
Comentarios2
Cómo quisiéramos muchas veces que el espejo nos devolviera aquellos años, aquella alegría, el ímpetu por la vida. Aunque muchas veces es nuestra mente la que se cansa y dejamos de ser aquellos seres llenos de ilusiones. A darle vida a la vida, para que la vejez sea "pura experiencia".
Saludos.
Tu lo dijiste, ilusiones, esperanza que nos haga maravillar de las experiencias por vivir.
Mis saludos
Esteban
La vejez debería ser una feliz llegada pues hemos triunfado en el tiempo, estamos vivos. Pero la sociedad tiene una idea distinta, esconder las arrugas que son feas. Mirar la figura, el envase exterior y no la belleza interior, o la experiencia adquirida. Pero, es así y hay que aceptarlo.
Poema que comprendo bien pues soy una sobreviviente y aún creo que la madurez es hermosa.
Con un poquito de sol tímido te deseo un buen viernes y mejor fin de semana. Saludos.
Sobrevivientes..., quizá sea así, salvados del naufragio de sus vidas. También podemos ser sobrevivientes en un arca bíblica, una especie de rescate de lo que queda.
Pero al menos mi realidad es la de un maratonista de la vida, extenuado aproximándose al destino, satisfecho del logro, a pesar de las posibilidades (no te digo en que orden de llegada).
Con sol y saludos
Esteban
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