Y se subió a la máquina que llevaría su corazón hasta la playa, ahí donde el sol convierte en oro su sonrisa y la mar enloquece hasta su timidez más escondida, ahí donde su piel se dora, donde todo hombre le adora, donde todo sueño se logra aunque sea por un instante, ahí donde se hunden los problemas en tan mágico horizonte, ahí donde se confiesa y se desborda, ahí donde pareciera ser otra, pero no, es la misma, ella, irónica y sumisa ante sus propias ocurrencias, callada y ostentosa de sus púdicas mentiras, de sus perversiones insolentes, ella, tan única y elocuente, tan endemoniadamente consciente de sus odios fidedignos, tan triste por sus deseos malignos, tan desconcertada, tan abandonada, tan perdida, ella tan tranquila, tan estremecida, tan bella, siempre caminando como si nadie más le viera, como si fuera posible tal enmienda arrojándose hacia al mar; ella se fue a la playa y planea no regresar. Ahora se pregunta cuantos hombres le seguirán… ella, tan endemoniadamente bella, buscando su final.
- Autor: Risael Gradaje (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de octubre de 2015 a las 00:02
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: De Sol y Luna, Cecilio Navarro, sanzsant, Beatriz Blanca
Comentarios2
Escribes muy para ti y es que me gusta leer expresiones y letras así.
Un placer Israel.
Sanzsant.
Escribo para sonreir, como ese sol. Jaja buen finde !
Muy buena prosa. Me agradó leerla. Un saludo.
Yo disfruto mucho de la prosa también. Saludos Bety. Lindo fin
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