Giro alrededor de mi camino a Damasco.
Qué cerca la medianoche, esa zona donde la palabra enloquece,
y mis manos enloquecen buscando otras manos,
para convertirme impensadamente en un mendigo.
Acaso porque pueda morir solo,
con los ojos llenos de síntesis entre mi corazón y su sombra,
huya hacia un puerto nunca visto:
mi camino a Damasco.
La pobreza es otro sino, otra manera que no queremos,
un arrepentimiento primitivo porque todo existe y no existe.
Mientras tanto envejecen la ropa que vestimos
y el salario de cobre gastado en la penumbra.
Alguien ingresó en mi cuerpo sin yo saberlo.
Alguien dicta una sentencia.
Me doy vuelta en la noche como un loco golpeándose el pecho,
creyendo que su pecho es el culpable.
Es, mi camino a Damasco, el abrazo que yo habré perdido,
los días que mi madre no me dió,
el rincón de los párpados.
El vino como piedra.
G.C. Direc. Nac. del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de octubre de 2015 a las 12:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Alexandra L, Samuel Soto
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