El Poder de las Caléndulas (relato III)

Lissi

Los pájaros anuncian un nuevo día, se escuchaba bastante algarabía y Alba se despertó de su inquieto sueño en el cual veía campos yertos, sin flores. Luego de su rutina diaria, preparó unas empanadas para el largo camino que recorrería ese día, calzó sus sandalias especiales y tomó el rebozo que su abuela había tejido la última primavera que estuvo con ella y su familia. Tomó un sendero conocido, observando detenidamente a su alrededor y no vio indicios de las caléndulas, le pareció tan raro porque en ese lugar siempre florecían. Los kilómetros aumentaban, su pradera se hacía cada vez más pequeña, cansada de tanto andar y andar se detuvo en un paraje, que por cierto era muy hermoso. Había muchas campanillas blancas y por debajo de ellas, las caléndulas…¿Por qué se muestran cómo escondidas? Se cuestionaba Alba. Tantas enredaderas, es por eso que ellas no pueden ver la luz del sol resolvió la joven.

 

Además de la magia que ella tenía en sus manos para curar utilizando las caléndulas, Alba también hablaba con las aves y en esta ocasión una avecilla que se posó en una rama cerca donde ella escrutaba las plantas escuchó sus pensamientos. Esta avecilla con sus gorjeos le decía que había visto venir gente extraña la época pasada, que habían recolectado tantas semillas que casi no quedaron para esparcirse en toda la campiña. Se las llevaron, más no saben que el poder de las caléndulas mana de esta tierra. Era verdad lo que esa pequeña criatura comunicaba, solamente las caléndulas de esta tierra eran tan especiales. Su abuela se lo mencionó durante las largas conversaciones de ambas, éstas le decía sólo florecen de octubre a noviembre. No son iguales a las otras que pueden encontrarse en otros caminos porque los Dioses de estos lugares tan lejanos han sido bendecidos por ellos, cuida mi niña, -le decía- que no se altere la forma en que ellas germinen y se desarrollen, de eso depende el poder que guardan.

 

Alba, un tanto confundida se acerca a las enredaderas y éstas se van separando para dejar libres a las bellas matas para que alcancen el sol. Ella decide quedarse hasta el atardecer para observar la magia de la floración. Regresa hasta muy entrada la tarde, nadie le pregunta dónde ha estado pues saben que siempre lleva acabo algunos ritos antes de la recolección de la flor para elaborar las tisanas, pomadas y aceites especiales con los que aliviará las dolencias de aquellos habitantes de la casa de retiro “La buena Esperanza”. El día siguiente saldrá de nuevo para traer a casa el preciado medicamento.

  • Autor: Lissi (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 29 de octubre de 2015 a las 10:56
  • Comentario del autor sobre el poema: Hola queridos lectores, hoy tengo una mañana bastante ajetreada por lo que he madrugado a publicar el segmento de hoy, espero tener tiempo para escribir lo que leerán mañana ya que esta historia se deje a diario. Saludos
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 31
  • Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén, rosamaritza
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Comentarios3

  • boris gold

    Muy bueno la continuación de tu relato.
    Un abrazo

  • kavanarudén

    hermoso relato querida Lissi.
    Hay personas que tienen un don especial para curar.
    Alba, esa niña de corazón noble, puro, que habla con la natura, que cura con la caléndula.
    Un hermoso relato que con tu permiso me lo llevo a mis favoritos.
    Un abrazo rompedor de distancias.
    Kavi

  • rosamaritza

    El que insiste vence, y ciertamente ha de florecer nuevamente las calèndulas, Alba ha de conseguir el milagro de su floración, mi querida Lissi, estoy pendiente, abrazo y beso de rosamary



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