Para antes que me olvides.

Y allí,
en cierta parte del mundo
lejos de mis pestañas
y de mis anhelos
alguien quiere olvidarme.
Así como se olvidan
los malos besos
y los malos recuerdos.

Ya antes lo han hecho,
han saltado
desde la parte más alta de mis fracasos
arrancando en un "hasta pronto"
retazos de poesía
que aún hoy
no me canso de buscar.

Y de encontrar
en unos ojos
o en una caricia furtiva.

Tanto
que si me sonríen
hasta puedo poner en oferta mis sueños
esos que nadie ha querido
y venderlos

a la primera
que traduzca mis silencios
y los convierta en besos,
a la primera
que me diga cuantas estrellas caben en un charco
sin olvidar aquellas dos
que pondrán sus ojos.

Y así
hasta encontrarme con su nombre,
con el de ella,
que quiere olvidar mis besos
esos que nunca le di,
aquella que quiere arrancar
mis brazos de sus caderas
aquellas que nunca pude rodear.

Por que la distancia es una PUTA
disfrazada de infierno
y yo estoy tan harto
que necesito un exorcismo
para poder llegar
y morder sus labios
o una blasfemia
para consumirme por completo
en este asqueroso olvido.

Por que soñé
cierto día
que esto sería diferente,
que no se notaría
el tranvía que me ha pasado por encima.

Que se han revuelto
los miedos
con los fracasos.

Sus recuerdos
con este pronosticado olvido.

Por que en verdad
sería un placer quererla,
pero quererla de verdad,
sin más distancia
que nuestro par de pestañas.

Sin más promesas
que el presente no pueda ofrecer
ahí
agarrado a su existencia,
envenenado
con su piel
cocida con poesía.

Sería un placer
aún ahora si lo pienso
aunque quiera sepultarme
en lo más fúnebre de sus recuerdos.

Y la imagino allá
cociendo su alma
a la luz de la mañana,
perfumando el camino
de su rutina diaria.

Allá
en cierta parte de este mundo,
lejos de mi vida
intentando olvidar
todo esto
que jamás le pude dar.