Huelo él bahíopido cuerpo
escucha mi aullido criatura
de terrego etéreo
Mi ciudad se ha olvidado sus deidades
ha empujado
a fieras cósmicas,
a transformarse en hombres sin sueños
Mi ciudad es dicha desconocida
es transverso el viaje perverso
explicado pecado por un pescado
Durgas antes adoradas
por poderíos cósmicos
han perdido sus brazos
y guirnaldas celestes
Por ropas vanidades
Y fotos impresiones
humillacepciones
de sus acicalados cuerpos
Los paraísos donde
imperaba la ciencia
son lugares de miedos soledades
Mocedades envanecen
reinos pulcros de la perdida
Carruajes ballenicos tiránicos
devoran el cruce
de la pierna materna
Severa Calipso
espera a los vírgenes viajeros
dispuestos a ahogar su alba
en el océano llamado búsqueda
Soy marrajo herido podrido en golfo
llévame pléyade al encuentro
con mi océano Calipso
He visto estatuas hombres adoradas
y esas mismas orgánicos hombres
Enraizando cercas imaginarias
encarnando camas sin descanso
asfaltos sin caminos
montañas sin subidas
caminos sin destino
encarnando el dolor del semejante
Los verdes campos sosegados carreteicos
esperan los frutos frambueses
moradaicos, zarzamorales y fresanficos
para adquirir dureza
y verter el acero al país del rio
équese rompe bajo rocas
He visto bardas decoloradas que declaran
nombre propio renaciente de poesía
desdichada que encadenan
en nombre del prostituido afecto
una vida de hastió y enajenación
alienante declaración
He visto construcciones ayermar
las riquezas de pobres de transeúntes sin alma
He visto cómo sus tiempos son destruidos
y convertidos en desiertos estériles
sus futuros de arena y presentes encapsulados en cristal
He sentido el cal blanco de canes embravecidos
llenos de posiciones pletóricas
y figuras pictóricas recorren el paso
de su exquisito cuerpo.
He visto cementerios blancos
llenos de caricias marmolicas solares
adoquines resplandecientes
que encierran la resurrección
a un cuerpo enterrado
He escuchado el lamento de la Miosotis
gemir por un desesperado roció
en su gigantesco invierno
es hoy, hojarasca quebrada
Me veo,
un pez alado plumeante
Costillas plumas
bañadas del tinte rojo
latido rumiante por seguir vivo
Désta arena pequeños granos
acarician mis branquias directamente
el mar me olvido…
Soy su devorador
que da muerte
a escama semejante
para vivir,
Veo por fin
resurgir al Abracxas del fondo del mar
y esculpir en el sol un eclipse
rezorando crístico y proteico
Marea vienes por fin
sedienta por espuma
brava me recoges
brava me llevas
brava me azotas
Al peñasco donde dejo de aullar
y regalé el vino rojo
que recubría mis arterías
a la eternice salada.
- Autor: Alejandro Abracxas (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de noviembre de 2015 a las 03:17
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 79
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.