Era mi alma taciturna hasta que tú llegaste;
La brisa del amanecer congelaba mi piel,
Y entumecidas, mis manos tiritában de frío:
El brillo de la mañana se escondía detrás del toldo gris
Que las nubes formaban.
Todo era invierno cuando tú no estabas,
Todo era vacío, húmedo y frío.
El lodo del camino atascó las ruedas de mi carreta,
Y gasté mis fuerzas en vano, empujando mí destino
Sin lograr avanzar.
Las tardes eran un cúmulo de sueños rotos;
Abandonados y olvidados en un oscuro rincón.
Mi corazón deshojaba la esperanza de encontrarte,
Y en cada pétalo roto encontraba sosiego y confianza.
Todo era vácio y triste cuando tú no estabas,
Todo era soledad.
Eran para mí, tardes las mañanas,
Y el amanecer sabía a noche recién nacida;
Y la melancolía atascó el túnel
Que daba paso a las arenas movedizas de mi reloj.
Todo era gris:
Aunque no todo;
Aun quedaba una chispa escondida,
Una braza encendida entre las cenizas,
Una mirada profunda sin explorar,
Una mirada tuya que me hizo enamorar.
- Autor: santos adonias santiago rodriguez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de noviembre de 2015 a las 03:24
- Categoría: Amor
- Lecturas: 138
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni
Comentarios1
Es un poema bien profundo y a la vez bien sencillo. Gracias por compartirlo.
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