En la orillita del río
me lanzó un beso una flor,
me perfumó con su olor,
presintió mi desvarío;
yo le respondí, amor mío,
correspondo a tu embeleso
mas debes saber que un beso
jamás debe ser impío.
- - -
Que otra flor en la otra orilla
fue primera en regalarme
su olor, y quiso besarme,
y era hermosa la chiquilla;
mas yo respondí al honor
con una amable sonrisa
y ella se murió deprisa
y a mí secuestró el pudor.
- - -
Y apareció una tercera
que paseaba, mimosa,
no era flor, que era una rosa
luciendo la primavera;
se acercó hasta mí, certera,
y susurrando al oido
acelerando el latido,
me robó allí la cartera.
- - -
Y al fin ya me desperté
en un dulce sobresalto,
y buscando pegué un salto
y a ninguna yo encontré.
Dejen que llore su ausencia
que en mis lágrimas me ahogue
y en su imagen me desfogue
libando de su presencia.
- - -
Que aunque sé que fue irreal,
sólo sé que disfruté
y a su imagen sublimé,
el resto a mi me da igual.
Lo que importa es, si no fue,
lo que a mi me hizo sentir,
de placer llegué a morir
cuando pueda volveré.
©donaciano bueno
- Autor: donbuendon (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de enero de 2016 a las 03:20
- Comentario del autor sobre el poema: A veces, lo importante de las cosas no son lo que son sino lo que en un momento determinado a ti te hacen sentir.
- Categoría: Fábula
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén
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