Hay dagas que uno tiene que ver,
clavadas entre la piel y la carne,
entre el recuerdo y lo vivo que uno está
y son esas mismas dagas las que permiten levantarse ensangrentado,
arrancarlas y caminar como si nada pasara.
A fin de cuentas son solo dagas que debían ser clavadas hasta el fondo,
para entender, en parte,
que uno ya no tiene el poder de decisión sobre las mismas.
La daga ha tocado mi puerta con la forma de tu nombre
y ha rematado su intención con el nombre de ella
unido al tuyo
yo lo presentía,
y a pesar de dolerme tanto,
me hacen inmortal.
Y es que con cada herida
hay una capa de dureza en mi corazón,
haciéndome más fuerte,
convirtiéndome en una guerrera, que tarde o temprano,
no sabrá pronunciar tu nombre,
ni tartamudeará siquiera cuando el cuchillo penetre entre piel y carne.
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Autor:
Julieta Love (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 12 de noviembre de 2015 a las 23:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
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