Soñé que era un cadáver
y me llamaban David Mórrir,
y al fin paseaba libre
por los campos yermos
de la soledad.
Unos campos secos,
sin ríos que inspirasen,
aunque a mi la naturaleza
nunca me despertó
especial
inspiración.
Soñé que era un cadáver
pero todavía podía gritaros mis
pensamientos
desde el otro lado de la pared.
Desde el otro lado del mundo
pude ver con ojos claros
las verdades más atroces
que se nos ocultan.
Solo los muertos,
omnipresentes,
son capaces de hacerlo.
Soñé que era un cadáver
pero me obligaron a despertar.
Ningún sueño dura para siempre
y todo mi saber
quedó en nada,
una mota de sal
en el mar muerto del conocimiento,
una ceniza que el tiempo
barrerá,
una depresión fugaz
y una alegría posterior
alimentada por tus consuelos
y ánimos.
- Autor: David Silvestre ( Offline)
- Publicado: 15 de noviembre de 2015 a las 14:32
- Comentario del autor sobre el poema: Escritura automática
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 24
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