Me martirizo cuando con las uñas rasco el finísimo silencio
que se desborda con las migajas de saludos,
hambrientos e insatisfechos,
más despedidas perpetuas.
¿Cuándo había dado más trabajo decir hola que adiós?
si para intercambiar palabras ya no existe fecha,
y están sujetas al pasado del que acaban en interrogación los días.
Será difícil jugar el juego de la indiferencia
y en cuanto pases echar a un lado la mirada,
de efecto vértigo, tremulosa apatía
y el próximo arrepentimiento del otro lado de la acera,
después de aquella mirada.
¿Cuándo dejarás de abrumar mis días?
Y eso que no he sentido la “desdicha” de encontrarte.
- Autor: Aquí es donde vengo cuando no quiero que nadie me encuentre (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de noviembre de 2015 a las 15:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 456
Comentarios1
Esa contradicción en que a veces se debate el amor y la ilusión. Como un proceso en que se va animando y decidiendo.
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