Tras aquella bruma
callaba la noche
un deseo escondido,
fue testigo la luna
de aquel encuentro,
de aquellas caricias
que acunaban su sexo,
de los besos a surcos
por aquellos cerros
y sus angostas laderas
que más tarde llovieron
húmeda escarcha,
y fue testigo el alba
cuando ya amaneciendo,
juntos, lloraron sus cuerpos…
- Autor: Cirratus ( Offline)
- Publicado: 19 de noviembre de 2015 a las 05:08
- Categoría: Amor
- Lecturas: 48
- Usuarios favoritos de este poema: Ringo Stax, nelida moni, yony1971
Comentarios2
Hermosos versos. La fogosidad de la noche y lo que queda al alba de dicha fogosidad. Muy bien hilado.
Saludos
Ringo
La noche guarda en su vientre sabores de PIEL Y SAL!
Un saludo
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