Estaba caminando por el centro de la ciudad, el sol estaba a punto de desaparecer y el frío estremecía mi cuerpo. Iba a parar un taxi y la veo pasar junto a mí como una sombra tan inocua. Ella no me vio pero yo sí, su mismo perfume y ternura hicieron que inconscientemente la siguiera hasta una cafetería solitaria como ella. Entré a la cafetería y me senté a pocos metros de su sombra, pedí un café y la miraba de reojo , miraba su soledad y sus labios. No pude resistir las ganas de ir a su mesa y preguntarle sobre aquellos momentos indescriptibles que pasamos juntos hace mucho tiempo, y así me acerqué con timidez y felicidad. Me puse frente a ella y no dije nada, ella tampoco, sólo nos mirábamos, y cuando estaba a punto de mover mis labios, me interrumpió diciéndome que la acompañe a su casa.
Salimos de la cafetería y paré un taxi. El viaje fue lento y silencioso, a penas escuchaba el ruido de la calle y era que me sentía hipnotizado por su belleza que permanecía hasta el día de hoy; llegamos a su casa y me preguntó si quería una cerveza, le respondí que sí moviendo la cabeza sin decir aún una palabra, me senté en el sofá esperándola , volvió con dos cervezas y me preguntó si la había extrañado, eso fue lo último que me dijo esa noche. De repente, abrí los ojos y no recordaba nada de la noche anterior: "Demasiadas cervezas" dijo, al ver mi cabeza al lado de la suya, en la almohada...
- Autor: Alejandro Gabriel ( Offline)
- Publicado: 19 de noviembre de 2015 a las 18:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 39
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