Buscando recuerdos

Tejer, volver a tejer con punzadas
dolorosas: una aguja se clava
en el agua profunda
y salada (dulce a veces),
nada se olvida y todo es como ahora:
Lo vivido.

Un abismo dentro de un laberinto
con llaves y cuchillos.

No somos quienes somos sino
quienes creemos ser. Y creo
que alguien cree lo suficiente
para no ser quien es sino ser
quien cree ser y yo creerlo también.

Entonces ¿de qué sirve punzar
en el recuerdo? Indagar y
buscar otra historia es volver
a donde la realidad ya no funciona.
No es cuántica la vida sino
yámbica a veces.

Te amo.
Decía un poema corto
antes de que tus besos me besen;
y no sabemos quién lo escribió
¿Quién enhebró la aguja después de cocer?
No sabemos si somos más que
nosotros mismos o si somos otros
que siempre han querido ser.

Y entonces ¿Cuál es el tal destino?
No es nada, si no somos nadie en él.
Va y viene como las ideas más
retorcidas de una mente que
se derrite a sí misma
sumando dos pares.

Va y viene el momento y la aurora
como repetidas en una mentira
de ya no volver.
Álgida nostalgia e indagaciones
sin fin… No será suficiente saber
del todo saber porque hasta la
sed y el saber tienen su fin.

¿Y amar? Comprender que el momento
real no es solo la inercia de lo que se mueve
o no se mueve; el momento real
es el momento en sí mismo
cuando las raíces, abajo, sólo hojas
sostienen.

Es una idea, a veces nace y luego muere
o es retorcida en su propio espacio
y muere antes de nacer. Buscar atrás
es como mirar adelante del día después.

Entonces ya la aguja hila sus figuras
de recuerdos que hemos de creer
y confrontar con pasiones tan
furtivas de dicha y placer; lágrimas
y muerte.

Al final el ser es sólo ser.