La mañana hunde sus gestos en el día
que se derrite acariciando su ombligo
ante el mazazo irreducto que le propina la tarde
como el chavalo nervioso que espera regaño.
La complacida algazara de las calles
se confunde en la jugarreta juvenil de los árboles,
mientras la desinhibida noche en una tarima de privilegios
peina sus cabellos sin prisa
y se perfuma con el aroma de las bucólicas amapolas
se recostará en su sillón, con su traje zafiro,
hasta ver el desfile de
los idílicos amores carnavalescos
en los balcones y alamedas del infinito éter azur.
Lebusla
Derechos Reservados
- Autor: Lebusla (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de noviembre de 2015 a las 20:37
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 97
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