Aquella noche que te hablé
sin más retrasos,
Comprendí que un abrazo
era un deseo lejano.
Que la vida contigo, a tu lado,
Ya no era una realidad que me emocionase.
Surgió, entre nosotros, el olvido y nada más.
Cuando vi las rosas de tus jardines, comprendí la emoción.
Pero seguido a esto, entendí, que aquellas no eran de nadie.
Nadie era dueño de tu corazón.
Es triste verte en mis sueños, andar de tu mano, navegar bajo una aurora; tu tan dulce y tan bella.
Pero hasta en las ilusiones y los sueños más perfectos, existen tormentas igual de perfectas...
Aprenderé...
Posiblemente con el tiempo entenderé que no eras todo... Y que tus manos, aquellas suaves y claras, quizá eran tan suaves y tan claras como las de cualquier otra...
Pero, entonces, ¿por qué fuiste tan especial?
Quizá eres como una estrella;
Durante el día no existes; y en mis sueños, al anochecer, destellas.
El deseo que siento es un crimen, pues nadie debe saberlo y ambos sabemos que no es bueno.
Es hora de callar y que te marches con la marea, al olvido.
Pues me recostaré en la arena, para soñar nuevamente contigo...
- Autor: noreaoscar (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de diciembre de 2015 a las 12:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 60
- Usuarios favoritos de este poema: Mayling
Comentarios1
Gracias por permitir leer tus letras. Me gustó. me lo llevo. Bendiciones.
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