A Beba
I
Ella tenía un plato de sal como una bolsa de trigo donde se buscaba.
Tres veces había golpeado en la tormenta como una forma de predecir su muerte.
Ella no creía en la libertad ni en los profundos designios del instinto.
Cayeron entonces las caricias alquiladas en viejas kermeses de colores
donde las visitas teñían su pelo de aire y agua consumida.
Una tarde, con remordimientos vestidos de locura,
cuyo definitivo corredor estaba hecho de la evasión insomne de la muerta.
II
A la hora en que calló
siete pares de nutrias lamieron su cadáver,
y una rosa mantuvo con ella una pasión:
el corazón del agua doliente barría para siempre las últimas preguntas.
G.C.
Direc. Nac.del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de diciembre de 2015 a las 19:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 57
- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén
Comentarios1
Desgarrador y profundo.
Siempre he nutrido un gran respeto por las personas que llegan a esa situaciòn dràstica como es quitarse la vida. Nunca he juzgado, no me lo permitirìa, porque nunca se sabe lo que sucede dentro de una persona.
Hermoso dentro de su crudeza.
Me gustò leerte.
Un abrazo
Kavi
Kavi:
es cierto y precioso lo que decís: nunca hay que juzgar; sin embargo yo, pensando lo mismo, he juzgado cuando en un poema escribí: " El suicidio es la venganza más extrema." Y siempre crei que (por lo menos en ese caso lo era.)
Abrazo
Guillermo
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