Olvídame.

Manténme en el olvido pero piénsame mucho, quiero ser el ángel de la muerte que te atormenta pero no recuerdas; ser aquél del que te quieres acordar, aquél por el que suspiras, del cual guardas momentos, pero del cual rostro ni nombre recuerdas
Olvídame, maldíceme, lanza hacia mi todo tu desprecio, tus espinas de rosa rojo pasión, rojo sangre, rojo muerte, que cada que me recuerdes, filosas dagas atraviesen tu sensual vientre, pero ten presente, muy presente que se odia con más fuerza a quien antes se amó con la locura propia del sol intentando besar a la luna

Arranca de tus entrañas los vestigios del ayer, hazlo si es que puedes, seré la sombra de la que jamás te liberes, fuiste mía, fui tuyo, profesamos amores eternos; en tus uñas pedazos de mi piel, en mi piel cortadas de tus uñas, en tu boca rastros de mi sangre, en tu intimidad restos de mis fluidos y en tu corazón aún palpitante, todavía escuchas mis latidos.
Seré quien te acompañe, quien te atormente, a quien recuerdes cada que alguien te bese, te abrace, cada que mires a alguien a los ojos rebosantes de pasión, contarás los lunares de otras personas, comparando los míos. Podrás contar estrellas con alguien más, besar labios llenos de infinitos, podrás cantar melodías de amor, sin embargo, cada que creas que has olvidado, mi imagen llegará de nuevo cargada de suspiros, de lava ardiente, quemando sonrisas, dejando lágrimas en tu árido y dulce rostro... Porque ese, querida mía, es el precio de haber sido frenéticamente amada.

Y aunque no lo sepas, muchas sabrán de ti, muchos sabrán de mí, muchos sabrán de éste amor que no era para dos, alguna vez leerás mis frases, alguna vez y se te harán conocidas; porque ese querida mía es el precio de mi amor hecho poesía.