Dormido en dulzura y en gloria,
en confianza y demasía,
y la comodidad que a él se ofrecía
en forma de masa y euforia,
yacía el rey en lamentos.
¡Pobre rey! Ya nada veía
de tanto cubrirse con velos,
y es que sin más que mirar a los cielos
sus ojos de a poco morían.
Su vista por siempre dormía
y su reino lloraba en desvelo,
sufriendo angustiado el flagelo;
su rey ya no los veía.
Aceptando la triste agonía
cerraron sus fieles luceros,
el ver ya no les servía;
su rey, era el rey de los ciegos.
- Autor: Diego Alonso (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de diciembre de 2015 a las 17:36
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 94
- Usuarios favoritos de este poema: Armando Luna Pineda, Peregrina
Comentarios1
Es buena la reflexión que dejas en tu poema, ese rey que gobierna a los vasallos en su confianza al rey, -en su confianza- en su confianza.../ Hay varios lugares donde se gobierna a costa de la incredulidad del pueblo, a costa de la cultura que se tenga, a costa de la inocencia de éstos, a costa de la sonrisa con hipocresía y la promesa que con el tiempo se va transformando en mentira, como dices un rey de los ciegos, de aquellos que no quieren ver que todo no está yendo bien, e incluso la fortaleza va en dirección a las ruinas. Excelente reflexión.
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