Tengo la boca llena de amargo sabor,
ese sabor que se escurre en mi paladar
con autoridad y finura.
Tengo el alma amarga,
mi alma sabe a barro;
es un momento de soledad
en el paso de la tormenta
junto con los valientes
y el humano en el despilfarro.
Tengo mis venas azul profundo,
tanto como los ojos de la niña
que ve a su madre drogarse,
o quizá un azul de esperanza
perdida por los viejos olvidados
quienes ven hacia el horizonte,
buscando azul perdido
de las montañas.
Tengo mis manos empuñando un libro,
fuerte libro de agradable olor,
sin más de un cuarto de años encima.
Fuente de inspiración de la mujer o el hombre
de letras pero esfuerzo de escritura
enterrada por el nuevo joven.
Mi alma no es dulce, huele a barro.
El hombre ya no es dulce,
huele a sangre.
Ya no somos humanos y hermanos,
somos evolucionados y extraños.
Todos somos del barro.
- Autor: nara (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de diciembre de 2015 a las 00:41
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 88
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