LA HORA OSCURA

Paulina Soledad Jaramillo Valdivieso

El hombre fue todos los hombres
en el leño universal que increparon
las marcas azuladas de su espalda.

Siete leguas de dolor vieron su soledad
¡Hijo de dios, padre del hijo y espíritu santo!

¡Judío, dijéronle!
Mientras ataban sus manos de ocaso al sol
clavándolas en un madero izquierdo
y fueron sus manos libres a pesar de los cordones.

¡Negro, dijéronle!
Mientras el látigo cruzaba sus espuelas en la espalda

¡Cholo, dijéronle!
Y mil calaveras aguardaban su cintura de maíz y poncho

¡Clavos lloró el indio desde sus pestañas!
¡Gritos lloró el indio desde su silencio!

¿Dónde están los rostros con sus manos de arado?
¿Dónde los mitimaes con sus hombros de sol?
¿Qué será de la carne de las guaguas
en esta hora oscura y larga?

¡Pacha mama -la noche me llama-
yo obedezco pacha mama!
¡Voy naciendo pacha mama!
¡Derribando su rabia voy naciendo!
Se desnuda en mi cuerpo un telar de sangre
y fecundo tu maíz, pacha mama, con mis rostros tristes

¡De pie pacha mama, de pie muriendo!
¡De pie pacha mama, de pie naciendo!
¡En tu útero, pacha mama, en tu útero voy viviendo;
indomable como el germen de los cóndores,
fértil como el estambre de las cordilleras!
¡Con mis dos manos izquierdas bebiendo de tus pechos!

 

(imagen: Pintura "La Hora Oscura" del Maestro Eduardo Kingman)

Serie Homenaje/Ante la obra del Maestro Eduardo Kingman Riofrío.

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