A la cruz del calvario subí por tus caderas
!y que mas da!
Allí, suplicante, clemencia pedía,
pero las horas sincronizadas que jamás paraban,
solo embrujaban aun más mi agonía.
Quise dejar los demonios que me
comían las entrañas, pero mi calma,
prematura por la traición envejecía.
!malditos los besos que te di!
!maldita tu alma de doble filo!
Maldito mi corazón entonces entero
que como el Cid, ganó la batalla después de muerto.
Promiscuas advertencias derramadas
a la luz de aquel candil desnudo,
y también a la luz lóbrega que confundió
mi dios inventado, osado, el que me
invitó a morder la fruta endiablada.
Mi consciencia... Ese dios idiota
y de mi amargura, imberbes gusanos
que mi pecho fabricaba
!la inmadurez cerebral!
!maldita canción la que sonaba!
!maldita la luna que ni llena alumbraba!
Maldita las palabras de mi poesía,
que cada día, tras el vendaval
de la lujuria, como aire se esfumaban...
Esos años yacen ahora fundidos y
los lleva un río de sangre envenenada
que mustio por la linfa contaminada,
borbolla flotante en mi cuerpo, para
desembocar en las auroras de la nada...
- Autor: poetalibre ( Offline)
- Publicado: 7 de enero de 2016 a las 17:49
- Comentario del autor sobre el poema: A la cruz del calvario subí por tus caderas !y que mas da! Allí, suplicante, clemencia pedía, pero las horas sincronizadas que jamás paraban, solo embrujaban aun más mi agonía. Quise dejar los demonios que me comían las entrañas, pero mi calma, prematura por la traición envejecía. !malditos los besos que te di! !maldita tu alma de doble filo! Maldito mi corazón entonces entero que como el Cid, ganó la batalla después de muerto. Promiscuas advertencias derramadas a la luz de aquel candil desnudo, y también a la luz lóbrega que confundió mi dios inventado, osado, el que me invitó a morder la fruta endiablada. Mi consciencia... Ese dios idiota y de mi amargura, imberbes gusanos que mi pecho fabricaba !la inmadurez cerebral! !maldita canción la que sonaba! !maldita la luna que ni llena alumbraba! Maldita las palabras de mi poesía, que cada día, tras el vendaval de la lujuria, como aire se esfumaban... Esos años yacen ahora fundidos y los lleva un río de sangre envenenada que mustio por la linfa contaminada, borbolla flotante en mi cuerpo, para desembocar en las auroras de la nada...
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 73
- Usuarios favoritos de este poema: nelida moni, Isis M
Comentarios2
Pues a favor o en contra bastó el ascenso por sus caderas para que peligrosamente cargara la cruz del que se pierde por amor....bello poema
saludos, amigo poeta
Muchas gracias estimada compañera de letras...
Un abrazo!!
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