Esperando, corazón, bajo el alero,
duerme, invita a la endeblez de la locura,
duerme, anhela, pregonando tu recuerdo,
duerme en vela, invocando tu figura,
tiembla así bajo la prímula del frío,
sufre aquel, preso y galante desdichado,
tiembla así mi faz, mi prístino candado,
sufre así, pues, la llamada del vacío,
es verdad: aquel no quiere buen cuidado,
ni cándidos afectos que le curen demasiado;
es falaz que cuando muera bien cansado
morirá con la virtud de haber amado,
y aún espera, flagelado por tormentos
que al olvido se condenan por momentos,
mas entonces mil placeres, mil dolores
de su gélido clamor harán fulgores,
y apagados, arderán cual hielo hirviente,
y encendidos, enfriarán como glaciales,
y aún bien turbios, brillarán como metales,
y aunque claros, nublarán cual velo en frente,
y aún tu nombre provenzal anda buscando,
y tus labios de carmín va delineando,
y esa aurora capilar que ya acaricia
es su tierra prometida, es su delicia,
y al fin terco, sus carámbanos inundan
con la frígida cascada del deshielo
estos versos, estas letras de desvelo
que otra vez cantan y abundan,
y al fin solo, las cavernas de su pecho
se dibujan como bestias en su abismo,
lo devoran hasta el hondo cataclismo,
y engullido, al final muere deshecho.
- Autor: Lalonganiza (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de enero de 2016 a las 05:54
- Comentario del autor sobre el poema: Para Rocío
- Categoría: Amor
- Lecturas: 53
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